Como líder de la humanidad enfrentada a un apocalipsis de nieve, se me encomendó la tarea de garantizar que mi ciudad sobreviviera a un invierno interminable. Esto me obligó a tomar muchas decisiones feas, como dejar que mis ciudadanos ancianos marcharan voluntariamente hacia la muerte en el frío para que los suministros de alimentos duraran más para los niños y los adultos sanos, o ir a cazar una manada de focas (muy probablemente) en peligro de extinción.